Apenas puedo recodarlo:
aquel vomito de abismo, aquel desierto trás de mí,
aquel golpe seco aplastando mi cabeza.
recuerdo que la amianta se hizo arena y besó mi boca.
recuerdo las manos ocres, su tibio olor...
recuerdo que la muerte llovía mares a las puertas del infierno
y que bajó la guardia para mí.
En la cama de hospital, fría y vacía como mis ojos
sólo el dolor de esos dardos que me clavaban al mundo.
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