jueves, 17 de enero de 2008

The Passive Generation




Somos la generación decepcionada, más bien la generación pasiva y decepcionada.
Los niños que crecieron viendo a Pablo Carbonell en la bola de Cristal, se hacen mayores viendo a Peñafiel de fondo.
A mi no me vendieron lo de ser una estrella de rock, pero si que me vendieron que el mundo era normal y resulta que al final están todos locos.
Y corren de un lado a otro sin saber donde van, o creyendo saberlo,que es mucho peor.
Y el dinero resulta que sirve para algo.Yo que había pensando que eran papeles de colores.
El otro día me enteré que la democracia es mentira. Mi madre a veces flipa con estás cosas.
-Hija, a veces parece que has estado en coma-
En coma no, pero yo me creía que esto era distinto.No sé. Un poco más de sentido común quizás.No pensé de verdad que la gente se muriera de hambre y lo vieramos desde nuestras sillones sin hacer nada.No pensé que una casa valiera 40 millones. No pensé que todo se moviera por dinero.No pensé que costara tanta adaptarse a esto. La verdad es que no pensé en muchas cosas.
Quizás sí que haya estado en coma durante muchos años, y me hayan despertado del sueño con un mazazo en la cabeza.Ahora estoy despierta, indescriptiblemente despierta.Y no quiero que dejemos de luchar, sin haber luchado antes.
La pregunta es ¿Hasta dónde seremos capacez de luchar solos?

4 comentarios:

Zimmerman dijo...

¿Generación decepcionada? estoy de acuerdo aunque yo diría mas bien desorientada. A caballo entre tradicion y modernidad, entre el wifi y las botas catiuscas. Crecimos con valores que hoy resultan obsoletos para la vida cotidiana, pero aún son el reclamo de los que estan arriba, de los que jercen su poder, famila,hogar,democracía,respeto... ¿es posible definirlas con claridad?
Luego te das cuenta que es mas útil hacer un blog, una pagina web, conocer el lenguage html, que dominar la asignatura mas complicada de tu defenestada licenciatura. El conocimiento no se mide en respuestas, sino en creditos, y yo sigo creyendo que los creditos son las partidas que tienes en una máquina recreativa. Ese es el problema. mil y un besos Leti.

Salva Tamayo dijo...

Desconectados, inconclusos e... inconexos, bajo el brillo del recuerdo de esa mágica bola de cristal.

Wait in the fire dijo...

Pues habrá quien tenga arrojo y valor suficiente para luchar siempre, habrá quién ni siquiera se plantee que esta sociedad no está bien, sino que más bien la vea de lo más normal.

Al fin y al cabo sólo reaccionamos cuando algún "lider revolucionario" nos instiga y nos organizamos, pero ese es el triunfo del capitalismo, la exaltación del INDIVIDUALISMO (yo más que tú en todo, me follo más tías, mi coche corre más, mi casa es más grande, mi equipo gana las ligas y con eso se supone que he de ser feliz).

Joder a veces me gustaría creer en
Dios y ser más imbécil para ser más feliz...

Al final la vida te da palos (que es la unica forma de aprender de muchos de nosotros) que te devuelven a la realidad y te hacen VALORAR lo que realmente importa en esta puta vida.

Yo me conformo con unos pies calientes en al cama al acostarme junto a los míos, un rayo de sol que me ciega recién despierto, y oler a marisma cuando me acerco a la playa, y volver a creer que somos HUMANOS, aunque sólo sea a ratos...

Samu dijo...

Para estar decepcionad@, primero hay que ser consciente de lo que se espera o se desea o se quiere alcanzar y, sobre todo, de lo que se tiene.
Tenemos mentiras, señuelos que seguimos y picamos hasta que nos atrapan y somos arrastrad@s y engarzad@s como perlas opacas en los collares que se pone la esposa o la querida de algún accionista mayoritario. La empresa de este accionista mayoritario comercializa ipods, ordenadores portátiles y mobiliario de diseño, entre espacial y setentero. Y hemos acabado por creer que nos gusta y compramos. La tercera subcontrata de la sociedad limitada de los padres de su mujer construye casas y, como necesitamos un lugar donde poner nuestros muebles galácticos y poner películas con nuestro PC, también compramos, a pesar de que el precio al que hay que hacerlo, también es mentira al no corresponderse con su valor. A fin de cuentas, eso no importa, porque es más sencillo y cómodo agachar la cabeza y comprar, que salir del sibilino juego y gritar hasta que sólo seamos huracán. Pero para que pase esto hay que ser consciente de lo que se espera o se desea o se quiere alcanzar y, sobre todo, de lo que se tiene. Así es la nueva esclavitud. Esclavitud que celebramos pasívamente mientras nos bebemos la sangre de quienes se quedan en el camino.
Vemos lo que quieren que veamos y piensan lo que quieren que pensemos y, de este modo, creemos que las casas valen cientos de miles de euros, que en un sitio llamado Euskadi existen cuantro descamisados que quieren matarnos a todos, que el banco quiere lo mejor para las personas; perdón, los ciudadanos; perdón, los clientes; perdón, los esclavos; creemos que no existen las falacias, por que nuestra democracia no puede ser una, aunque cumple la definición a rajatabla; y creemos que no podemos parar el cambio climático y que somos incapaces de cambiar el mundo; perdón, no creemos que nos vaya a afectar el cambio climático ni que seamos víctimas de las injusticias; perdón, no creemos que exista cambio climático, ni que haya problema alguno... Y así, dormiditos, no hacemos nada. Como a ellos les gusta.
Perpetúan la producción a costa de la vida. Pero la vida, en el fondo, no le importa a nadie; por lo que eso no es un asunto a tener en cuenta.
Rezo al mar para que nos arrastre a todos. Pero mientras que eso no ocurre, construyo libertad en mi microcosmos... por que si algún día varios microcosmos con cargas positivas de libertad chocan en un mismo punto, según el principio de incertidubre, todo puede pasar... hasta la creación de un nuevo mundo.

¡Un abrazo a tod@s!