Ayer estuve hablando con un amigo de lo que pasa en Cádiz.De una manera u otra cuando sales de aquí, viajas, y haces todas esas cosas que deberíamos hacer y a veces no hacemos...te das cuenta que hay vida más allá de estas puertas de piedra.Siempre he pensado que hace mil años cayó sobre Cádiz un hechizo-maldición que se encarga de mantenernos a todos en el centro de una gran burbuja. Los gaditanos creamos cada día un espacio sin tiempo, un marco perfecto e irreal, real e imperfecto, donde la vida pasa a ratos, y donde nos mantenemos intactos, alejándonos del resto del mundo.
Aquí siempre es verano, o eso parece. Incluso hoy que amaneció siendo otoño, atardeció verano.Aquí los científicos pasan códigos de barra por la caja del Mercadona, los buenos pintores o escritores trabajan repartiendo publicidad del Telepizza, o quizás en un videoclub, si tienen suerte o conocen al dueño.Un día el científico-cajero se levanta y es verano, y sigue pasando códigos, mientras habla con el charcutero de filosofía occidental.Un día...de verano...igual que otro, y que otro más...y empiezan a perder la memoria y ya no se acuerdan de la tabla periódica, ni de Platón, ni de que un día quisieron salvar el mundo, pero el sol brilla y parecen felices, y quizás lo sean.Ahora el cajero-científico se ha comprado una casa en el periferia de 30 millones y ya no queda para tocar el bajo porque no tiene tiempo. Trabaja a destajo, y yo quizás también lo haría, porque paga 800 euros de hipoteca por una casa que sólo disfruta cuando está dormido.Ahora el escritor ya no escribe, le falta inspiración...Pero el sol brilla, y el mar es tan profundo...tan profundo que nos hace frontera desde aquí hasta el resto del mundo. Desde Aquí (en el final del mundo...)Quizás todo sea culpa del conformismo, pero a veces no estoy segura.Quizás es culpa de muchas cosas, de este peligroso conformismo, que se suma a los pocos recursos que mantenemos, que se suma al hechizo, y el hechizo a la maldición, y la maldición al verano.Aquí la gente tiene que elegir.Y la elección no es fácil.Puedes quedarte o irte. Pero no puedes tener ambas cosas. No puedes ser el mejor periodista, o el mejor doblador de dibujos animados y amanecer en la Caleta. No puedes vivir de la música o de la pintura. No, no puedes. Debería ser así, pero esta limitación es parte del encantamiento.Y si decides hacerlo, si decides arriesgarte, si decides que no estás muerto, aunque los cadáveres con la brisa de Cádiz queden mucho mejor en portada, y los veas a tu lado cada día. Si decides quedarte aquí a pesar de todo, del verano, del hechizo y de la buena muerte, si quieres algo más, prepárate.Cádiz tratará de dormirte, de mecerte, de curarte a lametazos esa herida que ella te marca...y antes de que te puedas dar cuenta... lo habrás olvidado.Olvidarás tus sueños...Seguirás trabajando sin dormir, pero con un sueldo, y con una casa jardín y un buen coche....pero Sentirás que te falta algo, presentirás el hueco pero no tendrás la certeza de lo que produce el vacío, pero él siempre te perseguirá.Un día el pintor sin sueños estará tomando un tinto de verano frente al mar, mientras el sol le sonríe y pensará... "Hubo un tiempo en que quise algo que me hacía sentirme vivo...pero ya no me importa..., el sol está alto y esta luz tan blanca me ciega los ojos"
lunes, 10 de septiembre de 2007
La Maldición
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Elka
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6 comentarios:
No es fácil estar fuera.
Una luz tan intensa produce unas sombras muy largas y, más allá de Cádiz, todo parece sombrío a nuestros ojos.
Pero si no sales te devora, masticando cada ilusión, hasta que sólo aspiras a contemplar el mar y respirar el aire que trae de lugares que no conocerás.
Aún así, cada día pienso en el mar, en las playas...
Xinita, es lo mejor que has escrito nunca en mi opinión...
No se puede reflejar mejor ese sentir
Besos de quien espera no cegarse nunca...
Joer que me vas a poner colorá...
Es que a veces me ahogo con tanta agua, pero nos mantendremos a flote cueste lo que cueste.
Por lo pronto el taller literario sigue en pie...no me lo creo...y me queda saber una nota para ser filologa en broma...
Estoy empeñana en cumplir sueños...porque son los sueños pequeñito los que me conservan con vida.
Por cierto...
Muchas gracias Xamsham por tu comentario...
Comparto tu opinión...para resistir aquí tendremos que movernos constantemente...sino, los que tenemos mas inquietudes nos moriremos de sol.
Mi padre siempre me dice que teme que yo sea un ejemplo de eso que llaman "la huida hacia adelante".
Lo dice con el temor del observador fijo, el que teme avanzar demasiado, poner un pie alla donde aun no ha revisado 33 veces que el suelo esta firme.
Cada vez que lo oigo, que oigo "la huida hacia adelente", doy dos saltos mortales sin red hacia el frente, sonrio y pienso: "¿huida? ¿que huida?... Yo soy la fuga hacia adelante."
En la ciudad perdida
Finalmente va ser cierto que estamos hechizados, lo más seguro sea que todos estemos bajo una maldición, pero todos, los que se quedan y los que se van. Esto es así, sino ¿por qué aquel que aún ha decidido irse tras sus sueños lo único en lo que piensa es en volver?
No es porque estés equivocando tu rumbo y tu verdadero sueño sea quedarte. Ni siquiera porque sea el mejor lugar para estar. Es porque como en casa no se está en ningún otro sitio.
Será una frase hecha, pero hoy, cobra más fuerza que nunca. Todo el tiempo, una y otra vez, te retumba en la cabeza la pregunta estrella: ¿qué hago yo aquí?
¿Qué hago yo aquí en “la ciudad perdida”? No es la ciudad la que está perdida, sino yo. Tan impersonal, tan impasible, tan fría y, por qué no, tan cruel y absurda. Supongo que como el resto del mundo, ¿pues este mundo no es precisamente eso, absurdo y cruel?
Intentas ir a su ritmo, hacer mil y una cosa, mantener la mente distraída, pero si bajas la guardia un segundo o cuando al final del día decides que ya está bien por hoy y apoyas la cabeza en esa almohada, vuelve a invadirte una mezcla homogénea de tristeza y añoranza, esa sensación que tienes cuando te vas de excursión de niño y estas deseando que sea el día de la vuelta para abrazar a tu madre y comer sus ricos platos.
Con esta sensación latente, cosas tan anodinas como la almohada, toman su importancia, porque ya no es la mía, aunque me la haya llevado conmigo, ya no es la misma, hasta su olor es diferente, hasta su tamaño es menor que el de mi nueva cama. Y se me parece, entonces, que hasta los pequeños detalles me revelan lo pequeña que soy yo frente a ella
Así, vuelves a ser un niño en un lecho extraño, y sientes miedo, te encoges y cierras los ojos fuerte, muy fuerte, pidiendo quedarte dormido rápido y deseando que mañana, al despertar, todo haya sido un mal sueño… nunca estuviste en la ciudad perdida… siempre estuviste en casa… hechizado por el calor de su luz…
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